9 de mayo de 2018

Mindfulness, Biofeedback y Programas HeartMath para niños

Las competencias sociales y emocionales son esenciales para el bienestar general del niño.

 

La capacidad de identificar y comprender los propios sentimientos y de los otros y de mantener relaciones interpersonales de calidad es crítica para un sano e integrado desarrollo del niño.

 

Cuando los niños muestran carencias en estas áreas, su desempeño escolar, la convivencia familiar y las relaciones con iguales se ven perjudicados.

 

Por ejemplo, los niños con estos déficits cometen más infracciones de las normas en el colegio y sacan peores notas.

 

Los diagnósticos de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA/TDAH), Depresión, Trastorno Negativista Desafiante, Trastorno Explosivo Intermitente y otros trastornos disruptivos de la conducta están a menudo relacionados con estos déficits de competencias sociales, emocionales y de auto-regulación.

 

En los últimos años han recibido mucha atención los abordajes basados en Mindfulness y en Inteligencia Emocional.

 

Mientras que podríamos referirnos al Mindfulness como un estado (y técnicas que llevan a ese estado) de mayor presencia y quietud, la Inteligencia Emocional podemos entenderla como la capacidad para identificar las propias emociones, entenderlas y expresarlas de una manera conveniente (Inteligencia Emocional Intra-Personal) así como empatizar con el otro ayudándole a identificar, entender y expresar sus emociones (Inteligencia Emocional Intra-Personal).

 

En un reciente estudio publicado en 2017 se utilizó el Programa HeartSmarts©, desarrollado por el Instituto HeartMath, para trabajar con niños de primaria y secundaria con desórdenes emocionales.

 

Este programa HeartSmarts© ha sido revisado y actualizado y podemos encontrar sus contenidos esenciales y otras mejoras y desarrollos aun más recientes en el SmartBrainWiseHeart© de HeartMath.

 

Consta de diferentes módulos orientados a identificar mejor las propias emociones y las de los otros, saber cómo las emociones afectan al cuerpo, aprender a transformar estados emocionales más perturbadores en otros más constructivos y saludables, desarrollar mayor auto-control en la conducta y tomar mejores decisiones.

 

El programa se suele implementar (como se hizo en la investigación) en forma de suplementos curriculares periódicos. En este caso fueron sesiones de 20-30 minutos, una vez a la semana durante 12 semanas.

 

Los resultados de dicho estudio confirmaron que este tipo de intervención puede resultar muy útil no sólo en los niños en general, sino también en aquellos con más desórdenes emocionales.

 

Los niños redujeron significativamente sus conductas disruptivas o no productivas tanto motoras como verbales o relacionadas con la pasividad; e incrementaron también sus conductas más proactivas, de auto-control y de desempeño.

 

Una vez más contrastamos que lo que a menudo consideramos “el problema” no es sino la punta del iceberg, la manifestación de otra cuestión más profunda y subyacente.

 

Si ante estos problemas de conducta nos limitamos a tratar de reducirlos con un abordaje únicamente conductista o farmacológico, nos perdemos la realidad amplia del niño, le entendemos menos de lo que se merece y la ayuda que pretendemos darle puede llegar a tener marcados efectos adversos a medio y largo plazo.

 

Poner al alcance del niño herramientas que le permitan o faciliten un desarrollo de la inteligencia emocional, de la gestión emocional, del autoconocimiento, de la autorregulación… serán hermosos regalos que podrá utilizar para un desarrollo más sano e integrado.

 

Para ver el artículo entero de “Mindfulness y Biofeeedback en estudiantes con Desórdenes Emocionales”:

Mindfulness y Biofeedback en Estudiantes con Desórdenes Emocionales y Conductuales

 

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